viernes, 10 de abril de 2020

Arquitectónica de la energía sexual libidinal


Arquitectónica de la energía sexual libidinal
Por Miguel Ángel Pichardo Reyes

La doble maldición psicoanalítica: etiología y libido

Para Wilhelm Reich el descubrimiento radical de Sigmund Freud no fue el inconsciente, sino la doble maldición psicoanalítica: la etiología sexual de las neurosis y la teoría de la libido sexual. Mientras el movimiento posfreudiano atribuyo la originalidad del descubrimiento freudiano al inconsciente, el mismo Freud se quedo solo con la doble maldición psicoanalítica, ya que la etiología sexual de las neurosis le valió la despectiva acusación de pansexualista, y su teoría de la libido sexual fue múltiplemente interpretada y finalmente abandonada por sus propios discípulos y seguidores. Para Wilhelm Reich esto significo la gran traición de los psicoanalistas al principal descubrimiento freudiano.

El propósito de Wilhelm Reich al iniciar su vinculación con Freud y el movimiento psicoanalítico fue profundizar en este descubrimiento radical que sonaba a escándalo y herejía, pues hurgar en la sexualidad infantil para explicar las psiconeurosis, fue visto como un atrevimiento, pues no existe una aparente relación entre la sexualidad infantil y el contenido manifiesto de las psiconeurosis. El eslabón que permite comprender la conexión entre la sexualidad infantil y las psiconeurosis es la teoría de la libido sexual, esto la postulación que plantea la existencia de una energía sexual que pone en funcionamiento los procesos del aparato psíquico.

Postular la existencia de la libido supuso graves y radicales consecuencias, la primera de ellas es que nuestro aparato psíquico es fundamentalmente sexual, y que éste funciona a través de una energía que a su vez es sexual. De esta forma, toda producción psíquica es sexual más allá de sus contenidos, los cuales pueden ser asexuales, y aún así la materia prima de dichos contenidos es fundamentalmente sexual. La acusación de pansexualismo es cierta, sin embargo no hay que avergonzarse de ello, y tampoco esto debe suponer un reduccionismo. Me parece, muy por el contrario, que el concepto “sexual” es un término que puede dar lugar a equívocos, especialmente porque este significante ya se encuentra fijado por nuestra cultura a un contenido genital asociado con la cópula genital.

Energía sexual, no sexuada

Quizás sea necesario clarificar como es que una energía puede ser sexual. Esto es, la energía no puede estar sexuada, no tiene genitales masculinos o femeninos, la energía no tiene glándulas ni anatomía, simplemente porque la energía no es cuerpo, más bien esta energía da cuerpo, es una energía formativa. ¿Y si la energía no esta sexuada, como es que es una energía sexual? Quizás nos ayude a entender lo sexual de la energía si vemos algunas cualidades sexuales de la energía, tales como: 1) excitación, 2) vinculación, 3) orgasmo, 4) reproducción, 5) placer.

Decimos que la libido es energía sexual porque lleva acabo una excitación en el sistema nervioso, la cual también incluye la excitación genital, así como la excitación erótica en todo el cuerpo. La libido también es sexual porque es una energía que vincula, genera relaciones, cercanía, contacto, interacción, gregarismo. Podemos decir que es una energía erótica, pues atrae los cuerpos, y de este erotismo, de esta atracción del cuerpo con un objeto es que surge el deseo. En ese encuentro piel-a-piel con el otro es como surge el deseo. El deseo es pues ese lazo libidinal que se establece con el objeto para cubrir una necesidad biológica.

La energía sexual es orgásmica. El orgasmo no es exclusivo de la cópula sexual. El orgasmo es el modo en como la vida pulsiona. El orgasmo es el proceso continuo de expansión-contracción que se lleva a cabo en las células y en las vesículas más pequeñas de la vida. La intensidad y ritmo de esa expansión-contracción es lo que define la función orgásmica. De esta forma la energía sexual es orgásmicamente pulsante, llevando a cabo un movimiento hacia cierta dirección para enlazarse con el objeto, para vincularse a través de la excitación. En este enlace que se establece con el objeto se lleva a cabo una transformación, ese vínculo libidinal cambia el estado del sujeto y del objeto, dando lugar a una producción, a una nueva entidad. Esta nueva entidad puede ser una creación biológica, un nueve ser, esto es, la energía sexual libidinal produce nuevas entidades, de tal forma que la energía sexual se expande, produciendo nuevos seres vivientes.

Finalmente, la energía sexual libidinal en esa (1) excitación (2) erótica que (3) pulsiona hacia la (4) re-producción de nuevas organizaciones de vida se orienta hacia el (5) placer, dando lugar al desarrollo y la maduración. El placer permite generar homeostasis, esto es, un punto de equilibrio que permite la utilización de la energía para desarrollar nuevos niveles complejos de organización de la información vital. El placer es un placer vital orientado hacia el desarrollo, la maduración y la autonomía interdependiente. El placer es equilibrio y madurez vital.

La mitología libidinal

La existencia de esta energía sexual libidinal es mitológica, inaugura un nuevo campo simbólico de producción, permitiendo unificar, significar y dar sentido a una experiencia primordial en la sensorialidad de la corporalidad sintiente. Esta mitología ha sido expresada en diferentes culturas con distintos nombres, tratando de significar una experiencia universal que afecta y atraviesa la experiencia subjetiva del cuerpo. Llámese Chi, Ki, Prana, Kundalini, Elan Vital, Aether, Orgón, Energía del Punto Cero, o Energía del Vacío Cuántico, etc. La mitología de la libido permite acceder a esa experiencia vital primordial. La libido es un símbolo que organiza desde el lenguaje una experiencia pre-simbólica, sensorial, sintiente, fisiológica, física, bioquímica.

La mitología energética que ha emergido en diferentes culturas ha propiciado una serie de tecnologías que permiten el acceso a esa experiencia vital fundante. La mitología energética también ha dado lugar a una cosmología, a una espiritualidad, una ascética, una antropología y una ética. La experiencia sensorial de la vida en tanto energía vital libidinal ha sido muy diversa, tan diversa y variada como el número de cuerpos y metabolismos que la han experimentado. Y la experiencia puede variar, desde ser placentera hasta amenazante.

Las experiencias de la energía libidinal que se interpretan como amenazantes tienden a proyectarlas hacia el exterior, interpretando la respuesta vegetativa excitatoria como una entidad externa que irrumpe en la corporalidad. De ahí que la interpretación de esta experiencia haya dado lugar a la creación de fantasmas y demonios que acechan el cuerpo, produciendo angustia o excitación. ¿De que depende esta interpretación? De dos experiencias fundantes que organizan el acceso a esta energía libidinal: el nacimiento y los cuidados maternos. Tanto la angustia producida en el nacimiento debido a complicaciones durante el embarazo o el parto, así como la experiencia disruptiva, amenazante o privativa de un Otro externo que acosa el cuerpo, son experiencias que marcarán la organización energética y la interpretación posterior de esa experiencia.

Estas experiencias fundantes son mitológicas porque darán lugar a un sistema cultural organizado por la interpretación de estas sensaciones energéticas. Ya sea una cultura que se organice para acceder de forma extática a esta experiencia, o una cultura que lleve a cabo una serie de mecanismos de control y defensa en contra de esta experiencia.

Libido y éxtasis orgánico

El concepto de libido que retoma Freud y posteriormente Reich es un mecanismo conceptual del psicoanálisis para acceder a la experiencia extática del inconsciente en el cuerpo energético. Mientras Oriente lleva miles de años accediendo a esta experiencia, en Occidente hemos tratado de defendernos, de sofocar o de escaparnos de esta experiencia vital. Normalmente hemos relegado estas experiencias al campo de la religión, la mística y la espiritualidad.

De esta forma el concepto de energía sexual libidinal va a dar cuenta del campo arqueológico y mitológico de la crianza libidinal, esto es, la forma en como nacimos y en como nos cuidaron en nuestra primera infancia, por ejemplo, en lo que Jacques Lacan denominará el “estadio del espejo” en la formación del yo (je). La crianza es el modo en como el mundo irrumpe dialécticamente en la corporalidad sintiente para inaugurar el deseo que abrirá el camino para la constitución del sujeto.


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